Retrospectiva [...]

Un día me senté enfrente de la ventana, esa ventana por donde compartimos la mayoría de nuestros días y deje de esperar que me saludaras. Deje de esperar que me atiborraras con hermosos detalles, que tus plegarias fueran por mí. Que me regresaras la mitad de los detalles que hice por ti. Solo me senté esperar que pasara el tiempo y que los hermosos momentos que pudimos crear dejaran de tener valor para mí.
Pasaron años y jamás volví a saber de ti. Te quedaste a disfrutar del regocijo que te ocasionaba odiarlo a él. Y cada momento que te enojaba de sus engaños, cada momento que te molestaba de las cosas que eran tan suyas solo demostraba lo mucho que te importaba y lo mucho que estarías con él. Solo te molestaba el hecho de que el no diera lo que tu diste por él. Y tu tan incrédula sin saberlo estabas haciendo lo que más te enojaba que te hicieran, el te ignoraba y tú me ignorabas a mí.
Deje de odiar tus gustos, deje de odiar tu música y empecé a adorar lo que más odiaba. Así mínimo sabría que parte de ti se había quedado en mi.

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